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martes, 21 de febrero de 2012

Dichos y hechos.



QUE LA NACIÓN CUENTE CON EL EJÉRCITO, Y EL EJÉRCITO CON LA NACIÓN
César Camacho

A casi un siglo de su nacimiento, el Ejército nacional sigue siendo la institución más confiable para los mexicanos, motivo de orgullo de la gente y factor de estabilidad del Estado Mexicano. Con motivo del 99 aniversario del Día del Ejército cumplido este domingo, parece más que oportuno aprovechar la efeméride para reflexionar con el propósito de lograr que no sólo la Nación cuente con el Ejército, sino que el Ejército cuente con el respaldo de la sociedad mexicana en su conjunto, sobre todo en el momento actual, en el que, de acuerdo con analistas y testimonios de la gente, “en algunas regiones del país la delincuencia se ha apropiado de las instituciones del Estado y generado un clima de violencia inusitado, en el que las instituciones encargadas de la seguridad pública están totalmente rebasadas”.

Vale la pena hacer un poco de historia. Resuelto a defender el orden institucional y democrático que comenzaba a establecerse en México, cuando fue violentamente interrumpido por el golpe de Estado de Victoriano Huerta que traicionó a Francisco I. Madero, el 19 de febrero de 1913, Venustiano Carranza, entonces Gobernador de Coahuila, promulgó un decreto que en su primer artículo desconocía a Huerta en su carácter de Jefe del Poder Ejecutivo; en el segundo convocaba a la formación de un ejército que ayudara a sostener el orden constitucional roto por el golpe de estado, y exhortaba a los demás gobernadores, jefes militares y al pueblo en general a sumarse a su causa. Fue así que se establecieron las bases legales para el nacimiento del “Ejército constitucionalista” a la cabeza del cual estuvo Carranza quien, por cierto, carecía de cargo militar.

Como se advierte, nuestras fuerzas armadas surgieron para defender la vida republicana, como uno de los esfuerzos que por entonces hacían establecerla de manera definitiva. Y no es menor tener presente que, logrado su cometido, una década después, durante la presidencia de Plutarco Elías Calles (1924-1928), y bajo el mando del general Joaquín Amaro, entonces Secretario de Guerra y Marina, se realizaron reformas sociales, militares, disciplinarias y económicas para modernizar al ejército constitucionalista y convertirlo en una institución pacifista, sólida y sostén del Estado moderno, función que ha cumplido a cabalidad hasta nuestros días.

Pero la realidad está cambiando y las instituciones deben adaptarse, e incluso anticiparse a ella. Es así que, ante las deficiencias de las policías encargadas de la seguridad pública, nuestras Fuerzas Armadas han tenido que participar en tales tareas, y hay quienes, como el Lic. Enrique Peña, opinan que deben permanecer en ellas hasta que existan las condiciones para su retiro.

Y si bien es justo reconocer públicamente la entrega, el trabajo, el valor y los resultados del Ejército y de la Armada de México, en la lucha contra la delincuencia organizada, a pesar de que como hemos visto, dichas instituciones no fueron concebidas para ello, lo cierto es que la situación no puede continuar así, y es necesario precisar qué papel debe desempeñar el Ejército mexicano y darle la certeza jurídica a su desempeño, pues sólo si el Ejército cuenta con el respaldo de los mexicanos, los mexicanos podremos seguir contando en el Ejército.

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